
Somos la sociedad que todo lo quiere ver y presenciar, testigo incondicional. Por esta razón, tanto los contenidos fotográficos como los audiovisuales han sido y son el mejor soporte para trasladar un mensaje, implantar modelos de vida y lanzar críticas hacia las ideas preconcebidas que azotan a nuestra sociedad.
Desde los últimos años las series han pasado a tener un papel importante para nuestro entretenimiento. Las plataformas digitales, han abierto otro canal de comunicación entre los artistas y el público. Tanto es así que, desde el comienzo de la concienciación social activa en diferentes ámbitos de nuestras vidas, no han dejado de surgir películas, series y documentales aportando información, datos y reflexiones sobre lo que vivimos y viviremos.
Estos contenidos no son exclusivos -aunque sí más numerosos- del siglo XXI. Películas como Futureworld (Metro-Goldwyn-Mayer) han dado el relevo a otras, donde la novedad se encuentra en la forma de transmitir el mensaje con nuevas tramas, peligros, problemas y concepciones de la condición de personas. Pero el mensaje, nunca ha cambiado de objetivo: hacer ver a la gente que algo no está funcionando correctamente.
Series como la aclamada, desconcertante y removedora Black Mirror (Zeppotron) abrieron paso hacia nuevos diálogos, sobre el ser humano y su relación exacerbada con la tecnología, olvidando la moral y nuestra naturaleza más humana y emocional. Relacionando temática y ambientalmente, nos sorprenden otras producciones como Years and years y Colapso que, como espejos, nos devuelven otra mirada de la realidad, enfatizando problemas presentes que exhiben cómo la sociedad en su lucha incesante por la superioridad y supervivencia, podría llegar a acabar consigo misma.
Repletas de argumentos en apariencia distópicos -que, sin embargo, no dejan de asemejarse al mundo al que nos estamos conduciendo-. están las plataformas de contenidos on demand, donde entre plano y plano afloran sentimientos incómodos y de incredulidad, ya que aún siendo conscientes de que se trata de ciencia ficción no podemos evitar identificarnos con algún argumento.
Donde libros como 1984 (George Orwell), El dador (Lois Lowry), La corporación (Rob Hart), Nunca me abandones (Kazu Ishiguro) y Todos sobre Zanzíbar (John Brunner) abrían la posibilidad a mensajes cargados de sentidos filosóficos, reflexivos, humanistas y de defensa del entorno que sostiene al ser humano. Contenidos audiovisuales como WestWorld, The Rain, Orphan Black, The Expanse, Philip K Dick’s Electric dreams o La luz de las historias; han continuado la evidencia de las carencias del mundo actual, donde prima el desequilibrio poblacional y las relaciones de superioridad tanto entre poblaciones como entre los humanos y la naturaleza, además de seguir pronosticando y especulando sobre el futuro del mundo y las personas como habitantes del mismo.
Una vez más el arte nos avisa y despierta para que actuemos, con el propósito de que las historias de ciencia ficción sigan siendo distopías, no realidades.
Un argumento que se repite en todas las producciones es que todos colaboramos y todos somos partícipes del presente. En nuestras manos como sujetos individuales, está la posibilidad de crear el futuro colectivo.
Ilustración: Interference Art Print – Fromdan
Escrito por: María Álvarez